viernes, 29 de agosto de 2008

La cena del Sábado y la vuelta a casa

Recogimiento

El sábado fue un día de descanso. Casi todos querían dedicar una día a no hacer nada, simplemente a descansar.

Yo pensaba salir un poco por la tarde a eso de las 6 pero el tiempo se puso muy feo y se me fueron las ganas. Aquella tarde aparecieron unas nubes por las montañas de alrededor que parecían ir descendiendo por sus laderas como una avalancha a cámara lenta. Nos quedamos embobados contemplando el fenómeno pensando si llegarían hasta nuestra altura, pero la cosa no fue a más.

La cena

En realidad el único plan del día era pegarse una buena cena en Potes. A falta de sardinas cenaríamos en un asador.



La cena estuvo bastante bien, la mayoría nos decantamos por el Entrecot a la Tresviso. La salsa de queso estaba muy buena. Lo acompañamos de una tabla de quesos y patés de la zona y nos pusimos las botas. Una vez más conseguí salir de un restaurante sin tirar nada por la mesa.


La vuelta



Que tristes son los viajes de retorno, se hacen mucho más pesados que los de ida. Nada más salir hicimos parada en el mirador de Piedrasluengas, había salido un buen día y valía la pena.


Después el flamante GPS de Ernesto nos hizo tomar un "atajo" camino de Burgos que, más tarde, calculamos en una pérdida de tiempo de 45 minutos. Con todo esto llegamos a Moncófar a las 10 de la noche.

Por qué queremos volver a Cantabria.

Queremos volver por que nos quedaron unas cuantas cosas por hacer:
  • Subir en el teleférico de Fuente De y volver haciendo senderismo y/o MTB
  • Hacer la ruta de Tresviso. Es una ruta de senderismo bastante difícil por lo que sabemos y sí que harían falta los bastones para ayudarse a caminar ;)
  • Senderismo por el Cares. Parece que es una ruta que se está poniendo bastante de moda entre los senderistas.

A esto hay que añadirle que te pasas una semanita a unos 18-20º, mientras en tu ciudad están a unos 40º. Claro que yo se de alguien que volvería para comer sardinas.

martes, 26 de agosto de 2008

El día de la etapa reina. Como torear y hacer MTB al mismo tiempo.

¡En marcha!

Viernes 15 de Agosto, al fin sale un día soleado y además resulta que era el día en que íbamos a hacer la salida más larga con las bicicletas.

Nos pusimos en marcha a las 10:30 y como siempre por allí: cuesta arriba. Dejamos Armaño y llegamos a Rases. Hasta ese momento todo bien, habían algunas cuestas duras pero asequibles.


Lo malo fue que al llegar a Rases nos encontramos con esas malditas rampas que, aunque pertenecen a caminos de tierra, se hormigonan para que los vehículos tengan tracción. Dicho de otro modo: la cosa empezó a ponerse bastante fea. Aguantamos bastante pero justo en la última rampa antes del cruce de caminos al que habíamos llegado el primer día tanto Beni como yo no pudimos más y tuvimos que rebajarnos a caminar.



En fin, después de eso alguna cuesta más y luego un ligero descenso para descansar. Íbamos buscando un cruce de caminos porque la ruta planificada era una especie de ocho y teníamos que tomar un camino a mano izquierda para después volver al mismo punto por el otro. Pero entonces lo vimos. Estaba allí y no nos dejaba pasar.

El secreto que Ernesto nunca contará a sus padres

Ante nosotros había una manada de vacas pastando y con ellas un macho enorme que nos miraba con cara de pocos amigos. La mala noticia era que el desconfiado animal estaba en la misma orilla de nuestro camino.

Pero antes de continuar hablaré un poco de los padres de Ernesto: se trata de una pareja aficionada al mundo taurino, no se pierden ni una sola corrida de toros de la tele, tienen DVDs de tauromaquia y cuando en Verano comienzan las fiestas patronales disfrutan de "els bous al carrer" (toros sueltos por las calles para quien no lo entienda). En resumen, son unos forofos de la fiesta nacional. Dicho esto sería obvio pensar "pues de tal palo tal astilla" ¿verdad?

Allí estábamos a unos 50 metros del toro, parados, pensando si había alternativa para esquivar a los animalitos no se fueran a molestar. No la había, así que Ernesto caló sus zapatillas en los pedales y se dirigío de forma decidida hacia el morlaco. Épico, si sus padres lo hubieran visto estarían orgullosos de él.



Pero nuestro bovino amigo sintió curiosidad y dio unos pasitos hacia delante quedándose justo en el centro del camino. Fue entonces cuando el heróico desfile de Ernesto se convirtió en una huída despavorida. Tengo que decir que no le vi ni dar la vuelta, debió ser el giro más rápido jamás dado sobre una bicicleta. Giró sobre si mismo mas rápido de lo que alguien lo hubiese hecho sobre un monociclo, de repente, en vez de alejarse se acercaba a mí acelerando. Si en vez de nueve hubiese tenido 18 piños habría llegado hasta el último esprintando. Huelga decir que el animal no se había molestado en seguirle.


Cuando me di cuenta Ernesto estaba casi en el Mediterráneo y Beni estaba frente al toro a unos 15 metros, parado. El bicho seguía con cara de mala hostia pero a Beni, pese a ir vestido de rojo, no le importaba mucho.

Finalmente se cansó de observarnos y se retiró a tres o cuatro metros de nuestro camino. Beni avanzó pasando por su lado y poco después le seguí yo. Me detuve y Ernesto no venía tras de mí. Me di la vuelta y se lo estaba pensando pero finalmente arrancó y menuda estampa ¡le faltaba camino a su derecha para pasar alejado del toro!



En fin, esperemos que sus padres nunca se enteren de esto. De todos modos, llegados a este punto, hay algo evidente que no podemos seguir ocultándo: Ernesto, eres adoptado.

De correlindes a cagalástimas

Seguimos subiendo por rampas muy duras en las que de vez en cuando caminábamos un poco para no perder la costumbre. De lo que no nos habíamos dado cuentas es que la posición del toro era justo la de la intersección que buscábamos y que, al concentrarnos en él, habíamos tomado la rama contraria, la de vuelta. El problema entonces fue que la ruta estaba pensada para subir por donde era más fácil y descender por la mayor inclinación, pero estábamos haciendo lo contrario.

Finalmente llegamos al punto más alto de nuestra ruta y lo celebramos con una foto triunfal digna de nuestra seriedad ante el reto acometido:



Después de eso comenzamos el descenso. Ernesto se escapaba gracias a su habilidad y Beni y yo bajamos más lentamente. Yo bajaba un poco más rápido así que en un momento dado se me ocurrió hacerle una foto en multidisparo.

Apareció entre los arboles con su estilo característico...



daba gusto verle...



su posición retrasada con respecto al sillín para tener más confianza...




pero ¡oye! ¡Que hay que girar! ¡Vamos nene que no vas tan rápido como para hacer un recto!



Bueno que se le va a hacer.


Después de eso seguimos por terreno mayoritariamente descendente hasta la vuelta a casa.

De compras

La tarde la dedicamos a hacer compras en Potes para la familia, etc. La cosa iba llegando a su fin y no nos podíamos olvidar de cumplir con la típica obligación.

lunes, 25 de agosto de 2008

Porcieda, el pueblo abandonado. El día que me convertí en un anuncio de Quechua.

El pelotón de los GOES


El jueves tocaba senderismo y lo teníamos todo perfectamente planeado hasta el último detalle... Bueno en realidad no, así que fuimos a un punto de información para que nos recomendaran algunas rutas y de paso preguntamos si creían que llovería.


Haciendo gala de mi carisma, liderazgo y capacidad para la toma de decisiones críticas me desmarqué de los que preguntaban en el punto de información turística y, mientras tanto, me hice amigo de una cántabra pelirroja que se encontraba por allí:


Después, un poco de discusión para elegir una de las rutas que les habían explicado. Menos mal que estaba yo allí para poner un poco de orden y escoger una en base a unos criterios razonables a partir de la climatología y las características físicas de las personas de la expedición:


- A mi me da igual – Dije yo. Ante tan inapelable argumentación, poco después, se acordó visitar Porcieda.


Allá íbamos. Parecíamos una maldita expedición al Himalaya: bastones telescópicos para caminar, mochilas de hidratación, botas goretex, sombreros con rejillas de ventilación, gorras con protección contra el Sol en la zona del cuello... ¡Ah! también un par de Walkie Talkies y dos GPSs.


Había que vernos, daba gusto. Los que llevaban bastones marcaban el paso al frente y los demás marchábamos en fila como lo haría un pelotón adentrándose en una selva del mismísimo Vietnam. Ernesto parecía un condenado cazador de elefantes en el corazón de África.


Y en eso que cuando llevábamos una par de kilómetros nos cruzamos con una pareja que volvía del lugar al que nos dirigíamos nosotros. Vestían vaqueros y zapatillas deportivas y al vernos a penas podían contener una carcajada mientras nos sonreían y saludaban.


Al ver a esta pareja paseando tranquilamente de vuelta a Potes, donde comerían a una hora razonable (porque ellos sí habían madrugado mínimamente) y podrían dedicar la tarde a otra cosa, y que, además, eran lo suficientemente razonables como para hacer una ruta de 7 km sin parecer que se iban al Camino de Santiago, no pude evitar pensar que parecíamos una horda de domingueros agilipollados, boy scouts de treinta y pico años dirigiéndose a una fiesta de disfraces en algún punto de la montaña.


Porcieda


Un kilómetro antes de llegar nos encontraremos un pequeño sendero que nos lleva a un monasterio abandonado del que quedan unas pocas piedras que dan idea de lo que era la planta del edificio. Poco después de encontrar ese sendero ya podremos divisar el pequeño pueblo.



En cuanto al pueblo es realmente bonito. Era lugar de paso de peregrinos una par de siglos atrás y al variar su ruta el pueblo y el monasterio cayeron en el olvido. Hay una docena de casas que llaman la atención por sus pequeñas puertas y, aunque con muchas vigas torcidas, la conservación del conjunto es bastante buena.



Allí comimos un poco antes de las 16h mientras unas nubes negras se cerraban sobre nosotros. Aún así tuvimos suerte y durante la vuelta aguantó sin llover justo hasta que llegamos a nuestros coches.


domingo, 24 de agosto de 2008

Comillas y San Vicente de la Barquera.

Comillas

El miércoles lo dedicamos por completo al turismo urbano. Debimos llegar a Comillas a eso de las 13h todo un record tratándose de nosotros. El pueblo me pareció bastante agradable con una zona de costa de acantilados y una zona para el baño bastante amplia.


Caminar por sus calles era un premio para la vista pero además se pueden visitar bastantes lugares de interés: el mirador, el Palacio de Sobrellano, la Universidad Pontificia, el Capricho de Gaudí, etc.


En resumen se puede dar un paseo muy agradable haciendo una escapada a Comillas (\”)

Sobre las 15h buscamos un sitio para comer de menú. Beni fue tan insensato como para pedir paella de marisco. Después la calificó como insípida. No me extraña y no lo entenderé en la vida: un valenciano pidiendo paella en Cantabria, en fin... Yo conseguí portarme bastante bien y no tiré ninguna copa sobre la mesa.


San Vicente de la Barquera



Después de eso pusimos rumbo a San Vicente de la Barquera. Me esperaba un poco más, el pueblo está bien pero después de ver Comillas el listón estaba bastante alto. Además nos encontramos un poco de tráfico a nuestra llegada. Caminamos desde el puerto hasta la zona del castillo y los paisajes que se pueden ver rodeando a la población son bastante bonitos.


Tal vez hubiera sido buena idea comer en San Vicente a base de pescado, era una de las ideas que llevábamos, sobre todo porque esa tarde intentamos comprar sardinas en las pescaderías de la localidad y no conseguimos encontrar ninguna. Este hecho sin gran importancia en un principio se convirtió en uno de los retos más importantes del viaje para Isabel: comer sardinas. En el camino de vuelta paramos con el objetivo de comprarlas en Unquera y tampoco habían. Frustración. Compraron truchas y las torramos en la casa.


Pero eso no le bastaba a Isa y lo intentaría una vez más el Viernes almorzando en Tama:


- ¿Tenéis sardinas? - Preguntó nerviosamente.

- ¡Claro! - Contestó el camarero con indiferencia.

- ¡Qué bien! ¿Son fresjjjjjjjcas? - En su cara se reflejaba una sonrisa de satisfacción mientras mostraba su habla manchega al interrogar al hostelero.

- Pues la verdad es que son de lata, de conserva – Contestó atónito pues no entendía como alguien podía pretender encontrar sardinas recién sacadas de una lonja en un pueblo de montaña a más de 300 metros de altura y a unos 50 km de la costa por una carretera llena de curvas. Pero claro, el camarero no sabía que estaba ante la mujer del valenciano que pedía paella en Cantabria. Tal para cual.


Isa seguiría sin sus sardinas y los demás acuñamos una de las frases del viaje:

Fui a Cantabria. Pedí sardinas y... ¿sabes lo que me trajeron? Naaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

martes, 19 de agosto de 2008

Fuente De y el descenso por "La senda de las Zarzas"

Fuente De, ir pa na es tontería.

Amanecimos madrugando una vez más, es decir, a más de las 1o de la mañana. El plan original era visitar Camaleño pero todavía no sé por qué terminamos en Fuente De. Allí estábamos, contemplando el funicular pero, como no habíamos hecho planes de subir, la cosa no pasó de ahí.


Después de comprobar que el viaje duraba exactamente tres minutos los más reacios a tomarlo parecían dispuestos a hacerlo. Acordamos volver otro día. Los bikers subiríamos en el primero de la mañana y haríamos una ruta de unos 50 km hasta Armaño y los demás harían senderismo también desde arriba. No llegamos a hacerlo realidad y es una de las razones por las que queremos volver a la zona el año que viene.

La senda de las Zarzas

Por la tarde Beni trazó rápidamente una ruta cercana a la casa y nos lanzamos a ella. De nuevo las cuestas nos sorprendieron aunque no eran tan pronunciadas como las del día anterior. El problema esta vez era que estaban muy transitadas por caballos, en plan visita guiada para grupos. Debido a esto la tierra del camino estaba muy batida y de nuevo tuvimos problemas de tracción en las cuestas más inclinadas. Hasta que llegamos a la hermita de San... ummmm no recuerdo el nombre para variar.


Después de esto más cuesta arriba con mucha inclinación, algún tramo más caminando y por fin comenzamos a bajar. En esas estábamos cuando el GPS indicó que había que tomar una senda que partía a mano derecha de la que estábamos transitando. Dudamos un poco ya que a simple vista se notaba que estaba poco transitada: era estrecha y con bastante hierba alta de lado a lado. Pero era lo que marcaba el aparatito así que nos lanzamos por ella. Yo abrí camino con la intención de sacar un vídeo del descenso. La sorpresa fue que de lado a lado cruzaban de vez en cuando ramas de zarzales que resultaban bastante difíciles de esquivar. La grabación no salió muy bien porque de nuevo quedó bastante baja pero resulta graciosa por la cantidad de tacos que se me oye decir cada vez que resultaba arañado por alguna de las plantas.




Todos quedamos bastante marcados por las ramas pero aún así seguíamos sin tener bastante MTB.

lunes, 18 de agosto de 2008

Paseando por Potes y la subida del "Mortirolete"

Cuando no te dejan desconectar

Empezábamos el día temprano, madrugando para aprovechar el día, lo que quiere decir que la mayoría de nosotros se despertó a las 10:30. Justo a esa hora Roberto se empeño en hacerme trabajar un poco. Así que tuve que ponerme a trabajar mientras escuchaba lejanos mugidos de ganado .



Rumbo a Potes

Entre unas cosas y otras al final conseguimos salir de casa hacia Potes a eso de las 13 h. Nos dimos una vuelta por el pueblo, muy bonito por cierto. Se puede visitar la Torre del Infantado y las iglesias, etc. Pero la verdad es que es suficiente callejear por el pueblo por su belleza.


Después buscamos un lugar para comer cocido liebanés. No había para todos así que a mi me tocó un plato de cocido montañés, justo el de la foto. La verdad es que son muy parecidos en cuanto a ingredientes.



Todo parecía perfecto pero quien escribe estaba a punto de liarla. La maniobra fue digna de ser grabada en vídeo: dí un manotazo a una copa de vino e intenté cogerla antes de que cayera pero, con esa habilidad que me caracteriza, terminé dando un segundo manotazo a otra copa, con lo cual terminaron sobre la mesa las dos. Ambas estaban hasta arriba de vino. Al caer la segunda copa noté como el vino me alcanzaba en la cara. La gente me miraba atónita por la espectacularidad de la escena y cuando digo la gente digo que todo el maldito restaurante se descojonaba de mí.


En la foto podéis ver como quedo la mesa. Lo peor es que sólo era el primer día y a partir de ahí tocaba sufrir el cachondeo de los colegas cada vez que nos sentábamos a desayunar, comer o cenar.


Subiendo el "Mortirolete"

Después de comer un poco más de paseo y vuelta a Armaño con el tiempo justo para dar una pequeña vuelta con las bicicletas y quitarnos el mono. No había tiempo para mucho porque salimos a las 20:15 así que fuimos hacia la ermita de San vete tu a saber quien, la de Armaño vamos, a media hora si fuésemos andando según nos dijeron. Pero la subida era terrible con bastantes tramos al 20% de desnivel y un máximo de 35% que seguramente habré hecho andando ya que pusimos el pie en tierra bastantes veces. A la inclinación se le unían los surcos dejados por los vehículos que transitan por allí y, al final, terminabas por meterte en uno sin posibilidad de salir de el o simplemente te patinaba la rueda trasera y no podías reemprender la marcha.

Estando arriba, y después de tanto esfuerzo, que menos que unas fotos para inmortalizar lo que luego Beni bautizó como "La Subida al Mortirolete". Al final los convencí (no me costó mucho) para sacar una foto de las mías:


En cuanto a la bajada volvimos por donde habíamos subido. Con ese desnivel no se dejaba de frenar y en un momento dado estuve a punto de irme al suelo porque bloqueé la rueda trasera y empezó a dar bandazos justo antes de unos de los caballones que canalizaban el agua. Pero tuve suerte: solté el freno trasero y recuperé una trayectoria recta justo antes del obstáculo. En fin subidón de adrenalina que es para lo que se hacen estas cosas.


Al final empleamos algo más de una hora para hacer ¡sólo cinco kms ida y vuelta! Volvimos de noche y cansados pero aún no habíamos tenido suficiente.

martes, 12 de agosto de 2008

El viaje hasta Armaño

Que pesado es cruzarse España. Del viaje sólo diré que fue demasiado largo y que salimos de Moncófar a las 12 h. a unos 32º C, nosotros madrugando como siempre, para llegar, después de un par de paradas y perdernos una vez, a las 21 a Armaño a 17º.


El pueblo es simplemente precioso, muy pequeño y con el aspecto típico de los que están situados en montaña. Podrías creer que estás en los mismos pirineos, el paisaje no le tiene nada que envidiar.


En cuanto a la casa, muchos después de ver las fotos que tiene en Internet se preguntaban si sería de verdad... Pues sí, es impresionante en cuanto a decoración y equipamiento. A parte de televisión, DVD, equipo de música, chimenea, calefacción, etc. se pueden encontrar hasta juegos de mesa y películas.

lunes, 4 de agosto de 2008

Está bien para tí

De por qué escribo menos

Lo que os voy a contar ahora es una historia basada en mi realidad actual, con personajes ficticios y un poco adornada pero tampoco creáis que tanto. Sí, como esas películas insoportables de las cuatro de la tarde en la que siempre hay alguien enfermo terminal o un juicio de por medio o ambas cosas a la vez. Películas como “No sin mi hija moribunda 3”, “Injustamente acusada: el retorno del fiscal impío” o “Un poco de médula para mi hijo”

Desde hace unos cuatro meses vuelvo a ser soltero, más o menos desde que dejé de escribir un artículo a la semana en este blog. Ya no tengo ganas, mala suerte, es un efecto secundario de mi nuevo estado.

Ingredientes

En fin, después de muchos años con una persona, ahora estoy en esa fase en la que por un lado no te apetece nada con nadie y por otro tienes a muchos amigos y amigas diciéndote una frase que aproximadamente suena así:

¡Oye! Pues yo tengo una amiga que está bien para ti.

Entonces es cuando sonrío levemente y lo agradezco. En serio, lo agradezco, está bien que tus amigos se preocupen por ti pero no puedo evitar que instantáneamente mi mente conteste:

Ya veré lo que tú crees que es bueno para mí, Lucrecio, ahora sabré lo que me valoras mamonazo - Cosa que nunca digo en voz alta, claro.

Pasados unos días llega el momento: una fiesta de cumpleaños, una cena con colegas... cualquier escusa vale. El caso es que ella va a estar allí. Alguien te avisa de ello con una amplia sonrisa en la cara:

Pues ¿sabes quien viene? ¡Rigoberta! - Y te guiñan un ojo mientras te lo dicen, o te dan un codazo si están cerca, o hacen cualquier otro tipo de aspavientos.

Como es natural, esa afirmación se hace en presencia de más gente con lo que padeces el cachondeo generalizado y se crea una expectación bastante difícil de soportar.

Y así llega el momento en el que tenemos todos los ingredientes: la persona en cuestión, una reunión y expectación por un tubo de la mayoría de tus amigos. Entonces empiezas a darle vueltas a la cabeza pensando que tal vez a ella le hayan dicho algo parecido y que como no haya un mínimo de química entre ambos, vamos, buen rollito al menos, la situación podría volverse un poco incómoda.

Encuentros en la tercera fase

Pero entonces llega Rigoberta y te das cuenta de por qué carajo se llama Rigoberta y no Sindy, mandas a la mierda el buen rollito y la química simplemente porque lo que ves llegar es un trol. Y lo reconozco: me enfado, sí, me enfado del copón porque sé que no soy Brad Pitt, tampoco soy un derroche de simpatía, etc. pero, joder Lucrecio, crees que un jodido trol es bueno para mí. No digo que sea un poco fea de cara, si así fuera lo podría compensar con un poco de conversación agradable. Digo que es un troll, que ni siquiera habla y que su risa me revienta los oídos como el chirrido de unas largas uñas intentando desgarrar una pizarra de escuela.

Mientras intento aplacar mi enfado y no dejar que se me note, no puedo evitar darle vueltas a la razón de esta situación, diciéndome a mi mismo:

Lucrecio, ¿es que me odias? ¿Te debo un montón de pasta y no me acuerdo? Tal vez hayas obrado de buena fe y tu gusto por las mujeres sea simplemente nauseabundo. Podría empezar a potar ahora y no parar hasta mañana. Y tío, mas vale que te vaya bien con tu pareja porque, si no, te traeré a alguien que también será muy buena para ti. Sí, secuestraré un mandril (hembra y en celo) del Bioparc, le pondré unos vaqueros del “Bresca”, una blusa chachi, chachi de Blanco, un bolso falso de Tous y cuando te descuides la tendrás sentada al lado tuyo el próximo día que vayamos a un chino a cenar. Supongo que sospecharás cuando veas como se come a toda velocidad los cacahuetes rancios del centro de la mesa pero que te den.

Tronco: tantos años de amistad echados por la borda. Tal vez cuando me dijiste que conocías a alguien que era buena para mí estabas bromeando pero has tenido al menos tres semanas para poner fin a la maldita broma y no lo has hecho. ¡Eres cruel tío!

Desde princesas a troles

Pero no desistáis. En el fondo valoro vuestros intentos y los agradezco. Estoy seguro de que entre las conocidas de todos mis amigos/as hay un amplio abanico que abarca desde princesas hasta troles y prometo portarme bien cuando conozca a la próxima (de hecho nadie notó mis arcadas en la ocasión que os estoy contando) . Sólo pido que sea una persona normal y que se pueda conversar con ella. ¡Ah! Y no me digáis eso de que "es buena para ti". Cambiad la frase por "te voy a presentar a una amiga" y yo ya decidiré lo que es bueno para mí.