Madrugando
Creo que aquél día me levanté a las diez y media así que cogí mi portátil y pasé el rato como pude hasta que, hora y media más tarde, se levantaron los demás.
Eran más o menos las doce y media cuando desayunábamos y aquel día estaba previsto hacer una excursión así que alguien sugirió no pasarse con el desayuno, para comer a una hora decente y así poder salir pronto. Todos estaban de acuerdo y yo mismo asentía con la cabeza pero, mientras el debate sobre el lugar a visitar se alargaba, yo me inflaba a comer bollería con mi café con leche. De vez en cuando alguien decía "Pues eso comemos pronto y vamos a xxx" y yo le daba la razón "eso, eso, comemos pronto" y mientras tanto cogía otra magdalena. ¡Que gran sabiduría la mía! Comimos más o menos a las cuatro.
Para variar se hacía tarde así que, durante la comida, mientras Ernesto engullía mandarinas una tras otra, se eligió Almagro como lugar a visitar por su proximidad con Poblete. Conseguimos salir hacia allí mas o menos a las siete.
Almagro... de noche
En menos de media hora estábamos en Almagro. Aparcamos en las afueras y nos fuimos hacia el centro para ver la plaza marinera.
Una vez allí me recomendaron visitar el Corral de las Comedias y me acerqué hasta su puerta con Mari ya que éramos los únicos que no lo habíamos visto. Pero claro, a quien madruga Dios le ayuda y el corral llevaba media hora cerrado. Después de eso y de mi viaje relámpago a París en el que no vi nada de nada, tomé la decisión de crear un nuevo blog: "La guía de los viajes inútiles"
He aquí todo lo que vi del Corral de las Comedias: la puerta. Es una puerta maravillosa con sus tablones de madera puestos en vertical muy juntitos para que no entre el aire y no se pueda ver nada a través, con sus remaches metálicos... una puerta chachi, chachi.
Bueno, aún podíamos ver el resto del pueblo con calma.
¿He dicho calma? Resulta que el par de centenares de mandarinas que Ernesto había ingerido durante la comida decidieron montar una rave party en su estómago. Mientras los demás intentábamos pasear, Ernesto recorría las calles del pueblo a toda velocidad en busca de un bar en el que poder desahogarse, pero siempre terminaba en alguno de la plaza. Por esta razón queda invitado a escribir un artículo en mi nuevo blog: "Prueba a fondo de los sanitarios públicos de Almagro."
Finalmente, en un momento de tregua estomacal disfrutamos de un café bastante agradable en el Corregidor.
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